La Cúrcuma o Azafrán de la India, de color amarillo intenso, se extrae de la raíz de una planta herbácea del mismo nombre, característica de zonas cálidas y húmedas. Su nombre botánico es Curcuma longa. A lo largo de la historia se ha usado como colorante, como especia y también con fines medicinales.
Los componentes más importantes de la Cúrcuma, y los que han demostrado mayores efectos farmacológicos, son un grupo de compuestos llamados curcuminoides, principalmente la Curcumina. Esta última posee actividad antioxidante y captadora de radicales libres, antiinflamatoria, antibacteriana, antiviral y antifúngica.
La OMS y la Comisión Europea la indican para dispepsias (molestias digestivas tras la ingesta, como pesadez, nauseas, ardor, dolor de estómago o flatulencia) tanto hiper como hiposecretoras y meteorismo (acumulación de excesiva cantidad de gases en el intestino o estómago).
Pero el mayor potencial de la Cúrcuma y por lo que está siendo actualmente investigada en la medicina moderna es por su acción antiinflamatoria y analgésica. Se ha demostrado, por ejemplo, que alivia los dolores premenstruales en mujeres que suelen tener síntomas muy severos.
Debido a la acción sinérgica entre las propiedades antiinflamatorias y antioxidantes de la Cúrcuma, también puede resultar muy útil para ayudar a aliviar de forma rápida las molestias de articulaciones (dolores asociados a artrosis, artritis y reumatismos), esguinces y magulladuras.
No es recomendable para personas con alteraciones y obstrucciones biliares previas.
Podemos comprar Cúrcuma en cualquier supermercado en polvo para dar sabor a nuestros platos, pero también como extracto seco en nuestra tienda . Esta opción, nos permite utilizarlo como complemento alimenticio y que nuestro organismo aproveche de forma más eficiente sus cualidades. Es recomendable comprobar si están titulados en Curcumina y la cantidad por dosis diaria que estamos tomando de este principio activo natural.
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