La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que cursa con picor intenso, piel muy seca y sensible o irritable que origina la aparición de eccemas. Afortunadamente, aunque esta dermatitis cursa con la aparición de brotes también hay fases de remisión o calma y su evolución es favorable, pues la mayor parte de los bebés y niños mejoran con el tiempo. El cuidado diario de la piel atópica del bebé y evitar irritantes son dos de los puntos clave para controlar la aparición de brotes.
En el caso de los bebés, predominan los eccemas en la cara, sobre todo en las mejillas, cuero cabelludo hasta extremidades en casos más severos y que puede llegar a afectar a todo el cuerpo. Por otro lado, debido a que el picor es muy intenso, el niño se rasca inconscientemente lo que puede llegar a desencadenar en la transmisión a otras partes del cuerpo.
En el 60 % de los niños, se inicia en el primer año de edad, fundamentalmente en los primeros 6 meses y en torno al 85 % de los casos aparecen antes de los 5 años de edad. Sólo un 10% inician la enfermedad después de los 7 años.
La causa de la dermatitis atópica es desconocida. A día de hoy no se sabe con exactitud porqué evoluciona en forma de brotes pero sí se han podido determinar factores que pueden influir en su aparición y que por tanto juegan un papel importante, como pueden ser factores medioambientales, genéticos o inmunológicos.
El frío y los ambientes muy secos son mal tolerados por los bebés con piel atópica. Para evitar estos ambientes extremos puedes recurrir a un humificador en invierno y reducir todo lo posible la utilización del aire acondicionado en verano. Una buena ventilación diaria de la casa, evitar alfombras, peluches, edredones de plumas... y la presencia de una mascota en la habitación del bebé ayuda a reducir el polvo, los ácaros, las plumas... y con ello reducir posibles alérgenos desencadenantes de un brote de dermatitis atópica.
Para cuidar la piel atópica del bebé se recomienda realizar baños cortos (no más de 10 minutos) y con el agua templada. Utiliza geles dermatológicos sin detergentes o aceites de baño que proporcionan hidratación y protección a la delicada piel del bebé. No utilices esponjas para eliminar la suciedad ni frotes su piel con la toalla para que quede bien seca.
La aplicación continuada de cremas emolientes mejoran el aspecto de la piel atópica, y le proporcionan una sensación de bienestar. Se recomienda aplicar la crema emoliente justo después del baño, cuando la piel está todavía húmeda y en cantidad suficiente, de manera frecuente, entre 2-3 veces al día o las veces necesarias para mantener una buena hidratación de la piel.
Para vestir al bebé con piel atópica se recomienda utilizar ropa de algodón y evitar los tejidos ásperos o sintéticos. También es importante no abrigar en exceso al bebé ni utilizar ropa ajustada pues la sudoración suele aumentar el picor y la piel no transpira. Puedes lavar su ropita en máquina con un jabón para ropas delicadas o hipoalergénico.
El tratamiento debe ir dirigido a tratar diferentes manifestaciones de la dermatitis atópica, como la piel seca, el picazón, el eccema, las infecciones cutáneas y las alergias.
En primer lugar se debe intentar evitar los factores desencadenantes, y proporcionar una serie de consejos sobre hábitos de vida, recomendaciones dietéticas y cuidados de la piel.
En segundo lugar como ya hemos dicho, la utilización continuada y mantenida de hidratantes cutáneos o emolientes alivia el síntoma de la sequedad y picor retrasando la aparición de los brotes. Una buena hidratación cutánea suele ser suficiente en los casos más leves evitándose el uso de corticoides o disminuyendo su utilización.
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